lunes, 22 de junio de 2015

La bandera

El acto de presentación de Pedro Sánchez como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno ha conseguido atraer la atención de todos los medios informativos. Y para conseguirlo, el secretario general del PSOE solo ha necesitado envolverse en la bandera bicolor española.

El revuelo está justificado. Seguro que más de uno de los que ayer asistían al acto, sobre todo alguno que peine canas, sintió un resquemor cuando vio reflejada la enseña. No en balde, el PSOE luchó contra aquella bandera en la Guerra Civil, que representaba entonces el nacional-catolicismo. Los socialistas, como otras fuerzas de izquierda, se pasaron el siglo XX desnacionalizando, en aras del internacionalismo obrero.

Podía no haber sido así, porque hubo otro nacionalismo, de raíz liberal y progresista, que intentó construir un nación democrática y cuyo mayor hito fue la Revolución de la Gloriosa, en 1868, momento en el que la bicolor obtuvo el estatus de bandera oficial, aunque compartida con una incipiente tricolor.

Ayer, Pedro Sánchez pareció querer enlazar con esa tradición. Pero para que esa estrategia tenga visos de triunfar, el candidato socialista debe ser consciente de que las banderas hoy en día deben ser inclusivas. Nunca excluyentes. Es decir, no deben descansar en la idea binaria de unos y otros. Al contrario, han de aspirar a no crear rechazos, aunque para ello haya que prescindir de la carga sentimental del trasnochado nacionalismo y potenciar su fuerza racional.

Ni más, ni menos.

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