Esperanza Aguirre tira por fin la toalla y se resigna a desaparecer de la primera línea de la política. Le ha costado, pero lo ha terminado haciendo. De hecho no tenía otra opción después del fracaso en las elecciones. Unos comicios en los que pese a ser la más votada para la alcaldía madrileña se quedó muy lejos de la habitual mayoría absoluta de sus antecesores del PP en el asiento de regidor.
En ello influyó la impopular política llevada a cabo por Mariano Rajoy desde la Moncloa, pero también su desastrosa campaña electoral, por lo que el descenso de votos no solo es imputable al desgaste gubernamental, sino a la propia Esperanza Aguirre. Y la prueba está en que Cristina Cifuentes sacó más votos en las elecciones autonómicas en la ciudad de Madrid que la aspirante a alcaldesa.
Las urnas, en definitiva, le han marcado el camino a Aguirre. Será beneficioso para toda la sociedad. Incluso para un PP, que ahora podrá pasar página.
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