Tales hechos confirman el atraso de España en una materia, la educativa, tan crucial para el desarrollo e indican la forma en la que las oligarquías mantienen su dominio, transmitiéndolo a sus vástagos, que no sienten la presión de sus conciudadanos más preparados, porque pocos de ellos consiguen un correcto funcionamiento del ascensor social. Un método de dominio social perpetuo, solo salvable con más gasto para la Educación, y que, mientras no se ponga remedio, facilita a los mediocres de siempre mantenerse por falta de competencia en los niveles más altos.
¿Y la izquierda? Como siempre perdida en sus laberintos, especialmente el identitario, en vez de ocuparse de lo esencial, de la única manera de hacer posible la Revolución: mediante la Educación.
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