José Pedro Pérez Llorca, Miguel Herrero de Miñón y Miquel Roca apuntaron ayer en su comparecencia ante el Congreso la promulgación de una nueva ley de financiación de las comunidades autónoma y la conversión del Senado en una verdadera cámara territorial.
Sin duda y así fue reconocido por ellos mismos, que la concepción de la Cámara Alta en el texto constitucional fue deficiente. Hoy en día es una institución con escasas atribuciones, más allá de ser una cámara de segunda lectura. Potenciar su dimensión territorial debe ser el camino a seguir, en el sentido de que la mayoría de los senadores sean elegidos regionalmente y no provincialmente como ahora es. La inclusión de la Conferencia de Presidentes en su estructura también sería aconsejable.
Y por último, otra cuestión relevante que se puede hacer sin modificar la Constitución: la reforma de la ley electoral que data de 1977 y que presenta sesgos no todo lo democráticos que debieran. Me refiero a la sobrerrepresentación rural, que perjudica a los ciudadanos de las grandes ciudades. En las últimas elecciones catalanas hemos asistido a una nueva demostración de esta perversión democrática que crea escaños sin votantes.
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