miércoles, 10 de enero de 2018

El gran funambulista empieza a ver la realidad

Artur Mas dejó ayer la presidencia del PDCAT, la antigua Convèrgencia Democràtica de Catalunya.

La relevancia del hecho, está fuera de toda duda. El fue quien lideró el paso de Convèrgencia de un partido institucional que en los últimos cuarenta años fue uno de los actores políticos más trascendentales de España a ser una de las formaciones del proceso independentista catalán.

Hace cinco años, su partido presidía la Generalitat, dirigía las cuatro diputaciones catalanas y regía innumerables ayuntamientos. Hoy en día es una formación residual, cuyo mayor activo es un dirigente fugado, llamado Carles Puigdemont.

Ese es el legado de quien iba a ser, si no el líder de la república catalana, al menos el Moisés del independentismo. Y todo por querer ver que había agua en la piscina, cuando eran él y otros miembros de la oligarquía catalana los que rellenaban el embalse.

El gran funanbulista se baja de la cuerda y empieza a constatar la realidad.

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