viernes, 5 de enero de 2018

Lamentable espectáculo

Es lamentable el espectáculo que los dos principales partidos independentistas catalanes están dando respecto a cual de sus líderes debe ser el próximo presidente de la Generalitat. Incluso, tiene ribetes cómicos. Aunque, en cualquier caso muy alejados de la épica necesaria para un proceso soberanista.

La decisión del Tribunal Supremo de no excarcelar a Oriol Junqueras supone un evidente balón de oxígeno para Carles Puigdemont, el expresidente huido a Bélgica, quien de todas maneras sigue teniendo difícil renovar su cargo sin regresar a España. El problema para quien fue alcalde de Girona es que eso supondría su ingreso en prisión.

En las próximas semanas sabremos quien será el nuevo presidente, una vez que el PDCAT y ERC dejen de clavarse puñales. El más llamativo se produjo ayer en la vista del Supremo sobre el futuro inmediato de Junqueras. En las inmediaciones se congregaron como es habitual un centenar de independentistas en solidaridad con el exvicepresidente de la Generalitat. Pero, entre ellos, por primera vez, no había nadie del  PDCAT, del partido que apoya a Puigdemont. Tamaña miseria moral tampoco respeta la épica nacionalista que debe acompañar el nacimiento de una nación.

La pregunta es si tales cuchilladas, que evidencian que el independentismo ha deparado en una lucha de meros protagonismos, harán mella en las bases soberanistas, necesitadas de la mencionada épica. Es decir, si después del espectáculo al que estamos asistiendo, habrá alguno de los dos millones de votantes que se desenganche.

Ya sabemos que los argumentos, frutos de la razón, no parecen suficientes para ello, pero otra cosa son las emociones: alguno puede sentir mermadas sus sensaciones sin épica, comprobando que se trata en realidad de una pelea barriobajera por la poltrona. Recuerden que ningún populismo puede sobrevivir sin emociones, pero también que vivimos una época en la que las luces desgraciadamente se apagaron. 

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