miércoles, 19 de septiembre de 2012

Santiago Carrillo


Con la muerte de Santiago Carrillo, a los 97 años de edad, se nos va un siglo convulso y dramático en el que las ideologías hicieron correr mucha sangre. El propio Carrillo fue un ejemplo de aquel tiempo, pero supo evolucionar hacia el pactismo y la democracia, convirtiéndose en uno de los personajes clave de la reconciliación de los españoles. Y no está de más decir en los malos tiempos actuales que gracias a esa reconciliación lograda en la Transición Democrática, ahora puesta en cuestión, España alcanzó por primera vez en su historia el Estado de Bienestar.

Carrillo tardó en aceptar la democracia, aunque en honor de la verdad eso mismo les pasó a casi todos en aquel tiempo, tanto de izquierdas como de derechas. Con 19 años era ya secretario general de las Juventudes Socialistas, integrándose en el Comité Revolucionario que en 1934 pretendió acabar con el gobierno de la derecha que había ganado las elecciones. Fruto de aquello fue la Revolución de Asturias, que se saldó con una feroz represión y con el descrédito de la propia izquierda. Carrillo pagó con la cárcel su participación, siendo liberado al día siguiente de que el Frente Popular ganase las nuevas elecciones. Carrillo viajó a la URSS y allí confirmó su entusiasmo bolchevique y su desprecio por la democracia, a la que identificaba con lo burgués. Apoyó a Largo Caballero, el Lenin español, para que encabezase la revolución proletaria  y unificó las juventudes socialistas y comunistas.

Fue durante la Guerra Civil, cuando ocurrió el episodio más oscuro de su biografía:  la matanza de Paracuellos. Carrillo era el responsable de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid. Durante su mandato, se produjeron la mayoría de aquellos asesinatos. Paul Preston en "El holocausto español" habla de entre 2.200 y 2.500 muertos y considera que aquellas sacas fueron organizadas por la Consejería de Orden Público.

La guerra civil le dejó otro sin sabor a Carrillo, al romper con su padre, histórico militante socialista, cuando éste formó parte de la Junta de Defensa formada por el coronel Casado contra la legalidad del Gobierno de Negrín. Santiago tachó a Wenceslao, su padre, de traidor, recordándole que no cabían ningún tipo de relaciones entre un comunista y un traidor.

Tras la guerra, Carrillo se refugia en Moscù donde irá escalando posiciones dentro del Partido Comunista hasta ocupar en 1960 la secretaría general. Pese a decisiones muy controvertidas como la purga de Jorge Semprún y Fernando Claudín, el nuevo dirigente inicia un camino que le convertirá en uno de los hombres clave de la Transición Democrática. De entrada, todavía en los sesenta, emite una declaración por la reconciliación nacional y por una solución democrática del problema español.

Paulatinamente va rompiendo con el PCUS, dando lugar al eurocomunismo. Conseguida la legalización del PCE, se presenta en una rueda de prensa con la bandera bicolor española en aras de la reconciliación. Y participa de una manera destacada en los Pactos de la Moncloa, que permiten salir de la crisis económica.

Los españoles de mi generación deben estar agradecidos a un hombre que fue decisivo en una pacífica transición, que permitió la construcciön de unas cotas de bienestar social, inéditas en el pasado y que desgraciadamente será difícil que podamos mantener en el futuro. Aunque solo sea por eso, su recuerdo perdurará. 

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