Tras las elecciones vascas y gallegas, el próximo mes veremos a nuestros políticos centrados en Cataluña. El desafío soberanista protagonizado por Artur Mas ha hecho aumentar la importancia de estos comicios, desbordando del primer lugar de preocupación ciudadana la situación de crisis económica que vivimos, para regocijo del actual inquilino de la Generalitat.
CiU se juega lograr la ansiada mayoría absoluta que permita a Mas pilotar sin incomodidades la senda soberanista. En esa senda será crucial y muy relevante la elección de la pregunta del referéndum que Artur Mas quiere convocar, que dudo sea finalmente y claramente independentista. Algo al respecto debería decir la Uniò de Duran i Lleida, claramente desdibujada ante la oleada independentista.
Para lograr la mayoría absoluta en los próximos comicios, CiU competirá con ERC en un parecido caladero de votos. Es decir, veremos si la OPA hostil dirigida a ERC por el electorado independentista se traduce en réditos electorales. El hecho, consustancial al independentismo tradicional catalán, de la división y atomización de ese voto, juega a favor de Artur Mas.
En cambio juega en contra de Mas, la dialéctica nacionalismo/constitucionalismo que el actual presidente de la Generalitat quiere impulsar en estas elecciones, lo que llevará a disminuir el peso de lo social, cuestión que puede aprovechar el PP. Si todo lo reducimos a la cuestión nacional, el partido de Alicia Sánchez Camacho puede sentirse más cómodo en la inminente campaña electoral.
Y la clave estará en el PSC, cogido a contrapié en estas elecciones. El PSC para evitar el descalabro que le auguran las encuestas debería posicionarse claramente respecto a la dialéctica independentista. Se juega su futuro y de buena parte de su partido hermano, el PSOE.
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