martes, 17 de marzo de 2015

Confundir el instrumento con la esencia

Izquierda Unida lleva camino de alcanzar la mayor de las intrascendencias. El esperpento al que asistimos todos los días, especialmente en su federación madrileña, no auguran nada bueno. Ahí está lo sucedido con Tania Sánchez y ahora con Mauricio Valiente.

Su inoperatividad alcanzada obedece a variadas razones, pero una de ellas, y probablemente no la más irrelevante, se deba a que han confundido el instrumento con la esencia. Me explico. Nadie hoy en día puede negar que la democracia debe ser básica en las relaciones políticas. Se trata de un instrumento fundamental para ordenar las relaciones humanas, pero no conviene convertirla en la única esencia de toda actuación.

Izquierda Unida vota entre sus afiliados y simpatizantes hasta la más mínima decisión, lo que complica su operatividad, máxime cuando no siempre está claro el universo de los potenciales votantes, algo demasiado habitual. Votación tras votación han llegado a la situación de tener una candidata, respaldada por las bases, pero expulsada de la formación, como Tania Sánchez, mientras el que aspira a ser el alcalde de Madrid, lleva el mismo camino. Eso sí, es raro el día en que no tienen alguna votación, en una senda que les llevará a convertirse en una formación asamblearia. Curiosa la evolución que va del centralismo democrático de sus ancestros comunistas al asamblearismo democrático actual.

Mientras han complicado tanto sus candidaturas que han diluido sus aspiraciones entre sus potenciales votantes, muchos de ellos compartidos por sus rivales de Podemos. Éstos han evolucionado en el camino inverso para fortalecerse y aspirar a asaltar el cielo en una auténtica concepción marxista, cuya praxis siempre consideró la democracia como un mero instrumento. Tal como releer a los clásicos marxistas evidencia.

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