lunes, 21 de septiembre de 2015

Recta final

La campaña electoral de los decisivos comicios catalanes entra en su última semana con ventaja de los partidos independentistas en escaños, que no en votos, magro consuelo para las formaciones que aspiran a mantener a Cataluña dentro de España. El éxito de Junts pel Sí y de la CUP es inversamente proporcional al fracaso de Ciutadans, PSC y PP, e incluso de las formaciones descolgadas del proceso soberanista como UDC y la candidatura que une a ICV y a Podemos: Catalunya sí que es Pot.

El error de los partidos no independentistas radica en su incapacidad de convencer al electorado de la trascendencia de estas elecciones y movilizar al mayor número posible de eventuales votantes. Una parte sustancial de esa equivocación es responsabilidad de Mariano Rajoy quien ha reiterado hasta la extenuación que no hay peligro porque Cataluña nunca será independiente, cuando el mensaje debía haber sido el contrario: ¡Ojo, que en estas elecciones nos jugamos mucho, todos!

Sobre todo para haber roto la dialéctica que practica Artur Mas desde hace cuatro años consistente en pedir el voto para ser más fuerte en su pulso con el gobierno, de tal manera que habrá muchos catalanes que el próximo domingo voten a Junts pel Sí convencidos de que se trata de lograr una mejor posición de fuerza que a su vez se traduzca en un más beneficioso anclaje dentro de España -confederal-, que en un claro refrendo de la independencia.

Ese es el error: no haber respondido a la demagogia de Mas con llamamientos a la mayoría de edad de un electorado que se juega mucho. En definitiva, haber permitido que el nacionalismo monopolizase el lenguaje democrático, cuando en realidad la democracia está siempre en el Estado de Derecho.

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