jueves, 23 de marzo de 2017

Embrollo

El embrollo en el que se ha metido la alcadesa de Madrid, Manuela Carmena, respecto al parque de Valdebebas, oficialmente denominado Felipe VI, es de muy señor mío. Hasta el punto de poner palos a las relaciones institucionales. Y todo por un complejo ante la denominada democracia directa.

Recapitulemos antes de seguir. El ayuntamiento convocó a los vecinos de Hortaleza, el distrito donde se encuentra el parque, a una consulta ciudadana para decidir si revocaba el acuerdo tomado por el consistorio cuando lo dirigía Ana Botella, llamando al parque Felipe VI, en honor del actual jefe de Estado. El resultado del referéndum ha sido contrario a tal denominación. Y el programa electoral de Ahora Madrid, la coalición que gobierna actualmente el ayuntamiento, llevaba en su programa electoral la promesa de que los resultados de todas las consultas serían vinculantes.

Tales datos dan una idea del lío en el que se haya inmersa Carmena, a quien no le agrada la idea de despojar el nombre del rey del parque. Además, en este punto, como en otros, la alcaldesa tiene a sus enemigos en casa. Tanto Podemos como las otras formaciones que conforman la coalición gubernamental son unos entusiastas de la idea de cambiar la denominación, aunque solo sea para lanzar una puya contra el monarca.

En estas, el PSOE ha salido a ayudar a Carmena, proponiendo denominar al parque con las dos menciones: Valdebebas-Felipe VI. Tal solución tiene difícil viabilidad, en la medida en que se trataría de un mero apaño. Revela además por parte socialista el mismo complejo ante la democracia directa.

No sería más lógico negar la demagogia de las consultas. En este caso, sólo 3.700 vecinos, de un censo de 178.000, un 2,1%, acudieron a votar. Y de esos 3.700, votaron por el cambio de nombre 2.528. Así que debido a tan escaso apoyo, en una ciudad donde viven más de tres millones de personas, el ayuntamiento padece una crisis sin precedentes, distrayendo esfuerzos en llas materias que realmente mejoran la calidad de vida de los ciudadanos. 

¿Y por qué se determinó que el colegio electoral fueran los vecinos de Hortaleza? ¿No debía haber sido todo Madrid? ¿O incluso la Comunidad? ¿O, si me apuran, toda España? Ese es un uno de los problemas principales de la democracia directa: ¿quienes votan? Pero no el único, ya que en cualquier caso, siempre habrá un colectivo de activistas movilizados que ante cualquier cuestión tendrán ventaja para imponer su mayoría. Esa es la democracia directa.

Mientras, restamos fuerzas antes los verdaderos retos sociales existentes. Sin duda, que se trata  de un nuevo ejemplo de la estupidez humana. 

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