miércoles, 15 de marzo de 2017

La trama por la casta

Los dirigentes de Podemos han variado su estrategia, relegando la crítica al concepto de casta, cambiándolo por el de trama. Entienden que este segundo término es más potente porque es más inclusivo contra la red de corrrupción política y empresarial que pretende centrar como eje principal de su denuncia la formación emergente. El reajuste se debería a que Podemos ha entrado en las instituciones, lo que a ojos de su electorado puede hacer difícil diferenciar a sus dirigentes de la propia casta.

Tras el giro de Vistalegre II, el término de trama es más acorde con la ortodoxia marxista adoptada. Esa trama de políticos y banqueros corruptos sería la que ostentaría el verdadero poder en el Estado español. Y por tanto, ese debe ser el objetivo de Podemos: derrocarla.

En cambio, la casta ha pasado de ser un término fetiche a uno silenciado. Una pena porque era muy ilustrativo del verdadero problema social español: las dificultades de funcionamiento del ascensor social. Algo que impide la regeneración tan evidente en los países de nuestro entorno. Aquí se perpetúan, sin méritos las oligarquías. De padres a hijos se transmiten las posiciones relevantes por falta de competencia, debido a que la educación la vamos convirtiendo en un coto cerrado solo accesible a determinadas rentas. Una casta cerrada y que se prolonga generación tras generación.

Una pena, abandonar tal concepto. 

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