martes, 7 de marzo de 2017

Intimidación

La intimidación a periodistas como estrategia política no es algo nuevo. Tampoco el hecho de que Podemos recurra a ella en sus relaciones con la Prensa. Es más, la utilización del periodismo y la amenaza a los periodistas es tan vieja como la propia existencia de la prensa. También el hecho inobjetable de que los propios medios de comunicación son en sí un propio proyecto ideológico, que pretende modificar la sociedad.

A partir de ahí existen matices. Una de las garantías del Estado de Derecho es la libertad de prensa. Sin ella, la democracia no es posible. Por eso, causa tanta alarma lo que está ocurriendo en Estados Unidos con Donald Trump, el adalid de las posverdad que pretende convertir todas los principios en opinables, llevando el relativismo de la contemporaneidad a su máxima expresión, acabando con la idea de la ilustración como faro de la Humanidad. 

Pero también debe inquietarnos que la tercera formación en número de votos en España plantee sin ambages la instrumentalización de la prensa al servicio de su proyecto ideológico, al entender que las bondades de su utopía son tan evidentes que deben ser sacrificadas en su altar formalidades despreciadas como la libertad de la que deben gozar los periodistas. El marxismo, como una de las más perfeccionadas evoluciones ilustradas, presenta siniestros precedentes en el pasado en el irreversible camino que lleva a las distopías.

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