lunes, 27 de marzo de 2017

Violencia

El intento de ocupación de Arran, una organización juvenil de extrema izquierda próxima a la CUP, de la sede del PP en Barcelona, es una muestra más del deterioro en la convivencia catalana que está suponiendo el proceso independentista. Hoy, lunes, una treintena de sus miembros, asistidos por la diputada en el Parlamento catalán Anna Gabriel y el ex diputado David Fernández, aquel que tiró la sandalia a Rodrigo Rato, han intentado forzar la puerta del local y han cubierto de pintadas el exterior del establecimiento.

Tales radicales asumen el papel de fuerza de choque de la independencia, bendecidos a su vez por dirigentes de la formación que permite al gobierno de la Generalitat proseguir con su hoja de ruta de desconexión con el Estado. De su ideario, basado en la imposición, no deja lugar a dudas el texto de una de las pancartas que hoy portaban: "La autodeterminación no se negocia: referéndum sí o sí".

Hoy, 27 de marzo de 2017, el espectáculo ofrecido por los intolerantes era similar al vivido en la triste década de los treinta del siglo pasado, cuando las calles de muchas ciudades europeas se llenaron de escuadras violentas en pos de horribles distopías y de la carnicería que trajeron a continuación.

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