lunes, 16 de abril de 2018

Ada Colau y el `facha´

La metedura de pata de Ada Colau sobre el almirante Cervera es una nueva muestra de la nula preparación de la líder de la marca catalana de Podemos. No sería grave en la medida en que ella es lo que es, porque así lo han decidido una serie de personas que forman parte de una formación política determinada. Si han escogido a una persona iletrada, esa su decisión.
Pero a la vez es muy significativa de la sociedad en la que vivimos, porque Colau es alcaldesa de Barcelona, probablemente la ciudad más relevante, por encima de Madrid, de las que existen en España o en el Estado español, como ella prefiere denominarlo. Ya no se trata, pues, de una cuestión relativa a una elección privada, sino que incide en las estructura institucional y en esa medida nos afecta a todos.

Que la regidora de la capital catalana desconozca el personaje histórico de Pascual Cervera y Topete es propio de sociedades que desdeñan la cultura, todo lo contrario a lo que puede representar Barcelona, cuna de innumerables iniciativas en ese ámbito, como evidencia un mero paseo por sus calles más relevantes.

La alcaldesa ha quitado, precisamente, el nombre de una calle a Cervera, tachando al almirante de “facha”. El marino, cuyo recuerdo se mantiene en diversos monumentos diseminados por España y Cuba, fue el militar que encabezó la desesperada salida de puerto de la armada española, siendo consciente de que iban a ser masacrados por la estadounidense en la Guerra de 1898, aquella en la que la nueva potencia reemplazó a una vieja en el dominio sobre la isla. Una acción, que solo puede ser criticada por ingenua o por fatalista, pero que mostró un prurito heroico, de desprecio de la propia vida.

Hasta Fidel Castro, fiel representante de una izquierda cultivada que parece agonizar, alabó su actitud por el gesto anti-imperialista que implicaba. Cervera, no obstante, no perdió la vida. Fue hecho prisionero, pudiendo regresar a España años después, donde fue discutida su estrategia militar, muriendo como senador en 1909.

Cuando falleció, el mundo no sabía, para su fortuna, lo que era el fascismo. No existía aún. Pero, sí conocía la Ilustración, el gran sueño de la Humanidad, que convertiría a todos en sabios, en cultos, lo que les llevaría a la felicidad. 


Sin duda, ese es el gran fracaso de la Humanidad: la ilustración, como evidencia el caso de Ada Colau.

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