El espectáculo que está dando el Reino Unido al amenazar a Ecuador con despojar a su embajada en Londres de la inmunidad diplomática está fuera de toda lógica. Independientemente de que dentro de la legación se encuentre Julian Assange, una de las personas más buscadas por Estados Unidos después de que revelase miles de documentos militares y diplomáticos, caso conocido como wikileaks.
Assange ha eludido la acción de la Justicia británica acogiéndose a la inmunidad diplomática de Ecuador y solicitando asilo político, después de que el Reino Unido aceptase su extradición a Suecia por delitos sexuales. La defensa de Assange entiende que Suecia es solo una estación intermedia cuyo destino final es Estados Unidos, donde sufriría una persecución política por sus revelaciones.
Así las cosas, no está claro como se resolverá la situación actual. Assange para llegar a Ecuador deberá pisar suelo británico y Londres ha prometido que lo detendrá. Independientemente del tira y afloja que viviremos en los próximos días y quizas meses, hay una cosa sagrada: la inmunidad de una legación diplomática. Y eso Londres debe respetarlo por muy aliado de Estados Unidos que sea. Lo contrario indicaría que el viejo Reino Unido mantiene ya una relación con su antigua colonia inversa a la que tuvo hace más de dos siglos.
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