Identidades múltiples

El Reino Unido vive una efusión de nacionalismo por los buenos resultados deportivos en los Juegos Olímpicos de Londres y por la notable organización de los mismos. Las encuestas realizadas muestran un orgullo mayoritario de los ciudadanos britànicos. 

Todo esto se produce antes de que el Gobierno autónomo escoces pueda forzar la convocatoria de  un referéndum por la independencia de Escocia. La fecha, así como la pregunta, están todavía en el aire. El Gobierno británico insiste, con toda la lógica, por una pregunta clara y sencilla. También la fecha ha sido objeto de mucha controversia. Londres hubiera preferido este año, consciente de que los Juegos Olímpicos y el reciente jubileo de la reina estimularían el sentimiento nacional británico. En cambio, el nacionalismo escocés prefiere que sea lo más cercano a 2014, setecientos años después de la famosa batalla de Bannockburn, donde el rey escocés Robert Bruce venció a las tropas inglesas consolidando durante más de tre siglos la independencia de Escocia.

Los intentos y manejos de unos y otros nos muestran que el nacionalismo es un sentimiento, muy influible y sometido a efusiones colectivas a partir de determinados eventos. Unos sentimientos que hay que saber compaginar con el pensamiento racional.

Y si no lo creen, les propongo la siguiente reflexión. Seguro que hay muchos británicos que estos días está disfrutando con los reprosentantes deportivos del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Y seguro que un número significativo de ellos son escoceses que según se acerca la fecha de 2014 vibrarán con los recuerdos de aquella emotiva batalla, cuyo trasfondo en clave ficticia aparece en la película Braveheart.

¿Y qué problema hay? En mi opinión ninguno. Las identidades múltiples crecerán y se consolidarán en un futuro. El único problema es cuando uno o unos iluminados se empeñan en imponer identidades monolíticas. Ahí, empieza algo más que un mero problema.