lunes, 13 de agosto de 2012

Órdago de Morsi



El nuevo presidente egipcio, Mohamed Morsi, ha lanzado un órdago al Ejército de su país, hasta ahora el órgano con más poder en la tierra de las pirámides. Morsi ha destitudoo al poderoso ministro de Defensa, Husein Tantaui, quien llevaba 20 años en el cargo, y al jefe del Estado Mayor. Tantaui fue ministro de Defensa con Mubarak y ha pilotado con mano de hierro la transición en Egipto. Hasta tal punto dominaba la escena que hace poco cerró el primer Parlamento democrático, asumiendo el poder legislativo.

Con la decisión del islamista Morsi, la capacidad legislativa queda ahora en manos del propio presidente del país hasta que convoque nuevas elecciones. El contragolpe de Morsi es un paso hacia la verdadera democracia en el país que es el faro de la primavera árabe.

Morsi ha aprovechado el descrédito militar tras los atentados de principios de este mes en la península del Sinai, una zona fuera de la ley, limítrofe con Israel. Pero Morsi debe ser ahora capaz de meter en vereda a los islamistas que pululan sin freno en la peligrosa península y demostrar al mundo, incluido Israel, que es capaz de meter en vereda a los radicales islamistas, hasta ahora mirados con benevolencia por el partido que sustenta al nuevo presidente egipcio.

Esa es la clave para que Morsi consolide su poder, un poder que no puede convertir en omnímodo. Por ello debe demostrar a los cristianos coptos, el diez por ciento de la población, que no tienen que temer nada de los islamistas en el poder y que no es necesario que el Ejército mantenga su papel de salvaguardia como ha hecho durante medio siglo de poder naserista. El  naserismo, muy consolidado entre los oficiales militares, garantizaba en el país de los faraones que todos los árabes, independientemente de su religión, tenían los mismos derechos. Morsi, si quiere crear una verdadera democracia, debe asegurar la igualdad ante le lay de todos los egipcios, sean musulmanes o cristianos.

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