La policía ha desactivado esta mañana dos artefactos explosivos y buscaba un tercero en un monte a las afueras de Vigo. Estas acciones terroristas son atribuibles a Resistencia Galega, un grupúsculo radical que aboga por la independencia de Galicia. Y digo terrorista porque echo de menos tal calificativo en los medios de comunicación que han dado cuenta de los hechos.
Este país ha sufrido durante más de cinco décadas el azote terrorista como para no ser capaces de ver la realidad. No se puede permitir de nuevo la perversión del lenguaje que padecimos en la lucha contra ETA y que tanto costó remontar. La gente que pone bombas son terroristas. Así de sencillo. Al pan, pan y al vino, vino.
Resistencia Galega se ha especializado en atentar contra sedes del PP y otros inmuebles relacionados con personalidades de ese partido, como el fallecido Manuel Fraga. Ponen bombas contra el partido, que los gallegos han decidido democráticamente que les gobierne. Así de claro. La democracia es así. Por tanto, solo cabe la actuación policial y la detención de los integrantes de ese grupúsculo que no acepta la Democracia. No juguemos con fuego.
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