Pedro Sánchez pretende no ceder. Mantendrá su negativa a facilitar que el partido más votado forme gobierno, dilapidando las posibilidades y ventajas que se le abrieron por primera vez el 20 de diciembre e incluso en una segunda oportunidad el 26 de junio. Para ello, está dispuesto a unas terceras elecciones.
Su estrategia para permanecer al frente de la Secretaría general del PSOE pasa por minimizar los malos resultados que obtendrá en Galicia y País Vasco el próximo domingo, y convocar el congreso socialista, buscando que la militancia premie su frontal oposición a permitir que la derecha mantenga el poder. Y así salvar su silla.
Sin duda que estamos ante todo un estadista, capaz de relativizar el partidismo y alejado de anteponer los intereses personales.
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