viernes, 23 de septiembre de 2016

Máscaras fuera

La última maniobra de Pedro Sánchez ha tenido una virtualidad: por fin se empieza a hablar sin ambages, en tertulias y artículos periodístico del móvil del dirigente socialista: conservar el cargo de secretario general del PSOE. Se ha necesitado que transcurran nueves meses para que se empiece a hablar claro, lo cual no dice mucho de nuestros analistas políticos.

Tal asunción, aunque tardía, permitirá unas aproximaciones más certeras a lo que viene ocurriendo desde el 20 de diciembre pasado. Pero no evita que el problema siga presente: Sánchez se ha hecho fuerte en la dirección socialista y ningún argumento le va a convencer para dejarla de buen grado. Es más, la amenaza de convocar el congreso socialista busca ser legitimado por los militantes socialistas en las primarias preceptivas y doblar definitivamente el pulso a los barones de su partido.

Más de un antiguo militante socialista estará ahora lamentando haberse dejado llevar por demagógicas modas, reduciendo la capacidad de los congresos mediante la introducción de las primarias. Porque no siempre la democracia garantiza que asciendan al poder personas que se preocupan por el bien general.

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