lunes, 5 de septiembre de 2016

Soria

El nombramiento de José Manuel Soria como representante de España en el Banco Mundial, que ha contado con el visto bueno del gobierno, evidencia la nula preocupación de Mariano Rajoy por regenerar España de una sus lacras seculares: la corrupción. Soria dimitió como ministro tras saberse que tenía su dinero en un paraíso fiscal mientras era miembro del gobierno y tras negarlo, con lo que acumuló el demérito de mentiroso.

El gobierno se ha apresurado a explicar que se trata de un nombramiento administrativo competencia de una comisión formada por funcionarios del ministerio de Economía y que negarle tal promoción podía ser hasta ilegal. En  cambio, no ha explicado por qué se ha elegido a Soria entre todos los funcionarios públicos que podían acceder a dicho cargo.

El caso evidencia la nula sintonía de Rajoy, un candidato que no logra obtener el respaldo mayoritario de las Cortes, con la mayoría de una sociedad hastiada con el problema de la corrupción, cuando no el desdén hacia la ciudadania. 

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