martes, 30 de mayo de 2017

Demócratas instrumentales

Para los que creemos en la democracia y no en su carácter instrumental no dejamos de alegrarnos cuando un político yerra en sus predicciones, aunque lamentamos mucho más el estropicio que ocasiona, ya que incluso pone en riesgo a la propia democracia. El último caso más palmario de ello fue el de David Cameron, ese aprendiz de brujo que para acabar con la disidencia conservadora que le molestaba decidió acabar con las moscas a cañonazos y convocó un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Ya conocen las funestas consecuencias que aquello tuvo, de las que nos lamentaremos varias generaciones tanto a un lado como al otro del canal de la Mancha.

Su sucesora al frente de los tories y del gobierno británico, Theresa May, cometió la misma tontería cuando convocó elecciones para afianzar su poder después del terremoto de los resultados del brexit. Por un lado, pretendía acallar las disidencias y mostrar fortaleza ante Europa a la hora de la dura negociación que aquel funesto plebiscito había obligado. Y por otro, aplastar al laborismo británico que en vez de adoptar una postura de izquierda clásica y de defensa de todos los trabajadores europeos en la campaña del referéndum se había dejado influir por el canto de la sirena de los populismos soberanistas. Una izquierda desorientada, barruntó May, sería fácil presa en unos nuevos comicios. Y ¡zás!, los convocó. 

Tan solo espero que la cómoda mayoría que May esperaba sacar se convierta en un Parlamento combativo a su ambición. ¡Por el bien de la democracia!

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