viernes, 19 de mayo de 2017

La ley

La investigación contra todo un presidente de Estados Unidos que llevará un fiscal independiente muestra la vitalidad del ordenamiento constitucional de ese país. Más allá de que tal proceso acabe o no con la destitución de Donal Trump, el solo hecho de que sea posible investigar al jefe de Estado dice mucho a favor de los Estados Unidos. 

El fiscal Robert Mueller, con una dilatada experiencia, de la que cabe destacar que fue director del FBI, recopilará ahora datos y podrá presentar cargos judiciales contra Trump, respecto a sus relaciones con la Rusia de Putin. Es decir, aplicará la ley sobre una persona que logró 63 millones de votos en las elecciones presidenciales. Quedará así claro, que independientemente del resultado de sus pesquisas, la ley está por encima de la democracia. Eso es, en esencia, lo que define a un estado de derecho.

Lo digo porque en otros muchos lugares de nuestro planeta eso sería inviable. Recuerden al candidato Fillon negando que la Justicia pudiera procesarle, pese a enchufar a su mujer e hijos, y proclamando que solo se sometería a las urnas. O en nuestro país, la elite dirigente catalana que en aras de desbordar al estado incumple la ley y apela al respaldo en votos. Por no hablar, de los que confían en que las urnas les limpien de la corrupción. O de todos aquellos que pretenden investirse de una legitimidad, basada en cualquier cuerpo electoral, para imponer su caudillismo, incluso en partidos centenarios.

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