miércoles, 17 de mayo de 2017

Frente a la demagogia

No hay un ganador claro en el debate que enfrentó, en toda la extensión de esta palabra, a los candidatos en las primarias socialistas. Lo que sí parece bastante evidente es que el debate evidenció una grave fractura en el Partido Socialista, que el instrumento de las elecciones primarias no hace sino acrecentar.

El elegido modelo de sucesión en el liderazgo socialista, como método para dirimir conflictos, no solo no es el apropiado, sino que amenaza con dar la puntilla a un partido más que centenario que había atravesado con éxito crisis más graves. 

El sistema de primarias potencia el cesarismo, o como se prefiere ahora denominar, presidencialismo, hurtando el debate conceptual y de ideas, y propiciando, en cambio, el personalismo. Cuando los antagonismos personales han llegado al extremo, como es el caso entre al menos dos de los tres candidatos socialistas, las consecuencias son inevitables y todas negativas, destacando el ahondamiento de la fractura y división.

Lo sorprendente es que ante la crítica situación en que vive el PSOE, ante el abismo que se abre, no haya nadie, al menos algún veterano dirigente, que se atreva a decir lo obvio, que sea valiente y deje de reverenciar las fórmulas de democracia asamblearia, abogando por volver a los congresos donde se discutía sobre todo de ideas y de estrategias. ¡Qué pena que no haya políticos que hagan frente a la demagogia!

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