viernes, 26 de mayo de 2017

Perdidos en el laberinto

Ni una semana ha tardado el redivivo PSOE de Pedro Sánchez en liarse con problemas que no deberían ser de su incumbencia. Uno de ellos es la asunción de la plurinacionalidad de España, matizada en su vertiente cultural. Cuestión que es un asunto de extrema complejidad, que requeriría de un debate más allá del propio partido y que en puridad no debería ser una preocupación prioritaria de una formación que se reivindica como de izquierdas. Al menos, lo que se entiende como izquierda clásica, no de la más reciente, aquella que tontea con el nacionalismo. Los partidarios de Sánchez, el vencedor de las primarias, quieren llevar tal presupuesto a la Constitución.

Otro es la postura a adoptar ante la moción de censura contra Rajoy, ideada por Pablo Iglesias, el líder nacional de esa nueva izquierda. Hay diputados socialistas que quieren votar no y otros, los más próximos a Sánchez, que prefieren la abstención para así expresar con nitidez su absoluto rechazo al presidente del gobierno, aunque eso suponga respaldar el discurso de Iglesias. En cambio, los primeros defienden que hacer el caldo a Podemos es lo más contraproducente para un PSOE que debería centrarse en sus propuestas reformistas y no entrar en la narrativa de Podemos, impregnada de maniqueísmo y de demagogia como el derecho a decidir.

Los socialistas se ven así perdidos en su propio laberinto, guiados por un líder cuya oferta programática y estratégica pasa por asumir el lenguaje del principal competidor, en vez de buscar un discurso propio. Ariadna entregó un ovillo a Teseo para que desenrrollado pudiera encontrar la salida del laberinto del minotauro. Pero Pedro parece querer liar a su partido con el ovillo.

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