El acoso y derribo del Estado de Derecho en Cataluña tuvo ayer su máxima expresión en el inicio del juicio a Artur Mas. Todo un aparato propagandístico y mediático al servicio de un populismo nacionalista, basado en eximir al caudillo del cumplimiento de la ley, estableciendo diferencias jurídicas entre los seres humanos, como ocurría antes de la Revolución de 1789.
Por ello, lo peor no es que el Profeta lleve a Cataluña a la Tierra Prometida, saltándose todas las normas que equiparan a los ciudadanos, sino que si consigue su objetivo rebajará a los catalanes de ciudadanos a súbditos. La vuelta al Antiguo Régimen; eso sí en una Cataluña independiente, el gran sueño al que sacrificar todo lo razonable, convirtiéndolo en una previsible pesadilla. Una vez más.
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