lunes, 19 de junio de 2017

César

Del congreso celebrado por los socialistas este fin de semana se pueden extraer diversos comentarios. unos referidos a su parte más ideológica, entre ellos la polémica cuestión de la plurinacionalidad, pero también otros que inciden en aspectos organizativos, de carácter más interno, que son a los que hoy me voy a referir.

Lo primero y más trascendental es que por primera vez en la historia del Partido Socialista Obrero Español, éste se ha convertido en una formación dirigida exclusivamente por una persona, su secretario general. Investido por las bases, el congreso se ha limitado a refrendar. El cesarismo se ha impuesto en el modelo organizativo, hasta el punto que el líder solo podrá ser apartado mediante decisión de los propios afiliados.

Tamaño poder concentrado en una sola persona se ha traducido en que el congreso celebrado no ha sido el de la unidad, sino el de la cohesión. La nueva ejecutiva federal es absolutamente monocorde, con la única excepción de Patxi López. De hecho, un 30% de los delegados en el Congreso no la han respaldado, lo que sugiere una aguda división interna, que presagia negros nubarrones.

Otra decisión, que formalmente se tomará mañana, muestra el enorme poder adquirido por el nuevo César. Para el relevante cargo de portavoz en el Congreso, máxime en ausencia de un líder que no es parlamentario, el nuevo secretario general no ha elegido a alguien del partido, sino de su guardia pretoriana, premiando la fidelidad personal. Margarita Robles, política no afiliada al PSOE y que desobedeció a la entonces dirección socialista en la célebre votación de los noes sobre Mariano Rajoy, será la nueva portavoz parlamentaria.

Decisiones que dejan pocas dudas y que muestran un modelo organizativo que podríamos resumir con el viejo eslogan de prietas las filas.

Así es el nuevo PSOE. El que quisieron sus afiliados.



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