viernes, 16 de junio de 2017

Motivos para avergonzarse

Los efectos perversos del Brexit, aquel referéndum convocado por David Cameron por motivos partidistas, empiezan a sentirse en una de las zonas más trágicas del Reino Unido. En Irlanda del Norte, donde dos identidades, en gran medida excluyentes, llevan más de un siglo haciéndose la guerra. La armada terminó en 1998, gracias a los Acuerdos del Viernes Santo, cuya aplicación ha borrado la frontera entre la República de Irlanda y el Ulster británico. Al menos, sus aplicaciones prácticas. No existe ninguna señal ni ninguna restricción para pasar de un lado a otro y los límites son sólo conservados cartográficamente de cara a deslindar las respectivas soberanías.

Esta situación, que sobre todo ha beneficiado a los ciudadanos irlandeses y británicos, puede revertirse, erigiendo de nuevo barreras por culpa del Brexit. De hecho, tal frontera se convertirá en exterior de la Unión Europea cuando el Reino Unido implemente la decisión pebliscitaria de su pueblo. 

Las consecuencias también se extienden al nuevo gobierno de Theresa May, otra líder que también convocó elecciones por decisiones partidistas. Para lograr el respaldo de Westminster, necesita de los diputados del DUP, la formación unionista de Irlanda del Norte. Su rival, el Sinn Féin, el partido republicano y antiguo brazo armado del IRA, ha expresado el miedo y la ansiedad que sienten ante la posibilidad de que se rompan los acuerdos del Viernes Santo.

Vientos armados vuelven a Irlanda del Norte, donde en las tres décadas anteriores a 1998 murieron 3.500 personas por la violencia política. Sin duda que Cameron, aquel infausto primer ministro, tiene motivos para avergonzarse. Incluso, para no salir de casa.

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