miércoles, 28 de junio de 2017

Política con mayúsculas

Solo cabe el rubor ante la utilización que hizo ayer el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de la figura de su antecesor, Josep Tarradellas, con motivo de una exposición sobre su figura a los cuarenta años de su regreso a Cataluña.

Puigdemont se identificó con el último presidente de la Generalitat republicana y primero de la Monarquía, atribuyéndose la altura de miras y su hacer política con mayúsculas que mantuvo en su dilata carrera. Tarradellas mantuvo la dignidad de la institución durante un largo exilio, en el que la pobreza más absoluta se enseñoreó de aquel secular organismo. También capeó la falta de apoyos internacionales, que habían llevado al olvido a aquel venerable órgano.

Con solo esas muestras, la altura de Tarradellas no ofrecería dudas. Pero, su talla se agiganta conociendo su actuación en la Transición Democrática, facilitando los acuerdos con sus viejos enemigos que procedían del franquismo y ayudando a la concordia territorial, basada en una Cataluña autónoma dentro de España. Sus desvelos fueron reconocidos por la inmensa mayoría del pueblo catalán y también de todo el español. Hasta el rey Juan Carlos le ennobleció.

Por eso, que Puigdemont se equipare a Tarradellas solo puede obedecer a dos motivos: o bien es una burda manipulación impropia de una persona que es presidente de la misma Generalitat o bien el actual inquilino de su Presidencia no está a la altura intelectual para ostentar tal cargo. No se que es peor. En cualquier caso dice muy poco de un pueblo que mantiene un presidente así.

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