viernes, 21 de julio de 2017

La foto de Capa

Ayer les hablaba del mundo posmoderno en el que vivimos, aquel caracterizado por el subjetivismo y en el que la imagen termina por imponerse a los hechos. Hoy les voy a escribir de otro ejemplo.

El Ayuntamiento de Madrid ha decidido proteger la vivienda que en la Guerra Civil el célebre fotógrafo Robert Capa retrató en Entrevías en un reportaje que hizo sobre las consecuencias de los bombardeos que sufrió la capital a manos de la aviación alemana, aliada del bando sublevado. Recordarán la foto: una humilde casa de ladrillo con su fachada llena de impactos y destrozos. Dos niños y una mujer aparecen en la escena, confiriendo a la imagen una potencialidad muy grata a nuestra época.

El consistorio después de una movilización vecinal a la que se han sumado insignes poetas, como Luis García Montero, e historiadores, como Julián Casanova, ha incluido el inmueble en el catálogo de bienes protegidos, con la intención de evitar su desaparición. 

El problema es que esa casa, de una evidente antigüedad, solo podría ser calificada hoy en día como infravivienda, malviviendo en ella 14 familias.

¿No seria más sensato construir sobre ella un nuevo inmueble con mejores condiciones para sus inquilinos, empleando el ayuntamiento las medidas sociales necesarias?

La imagen de la barbarie franquista está garantizada gracias a Capa. No es necesario, pese a la posmodernidad, convertir un icono fotográfico en un fardo del pasado, máxime porque los efectos de la destrucción de la guerra sobre tal inmueble fueron reparados hace muchos años. No se trataría de dejar en pie una ruinas como recordatorio a todos del sinsentido de aquella guerra, como se ha hecho en Alemania con algunos inmuebles, sino dejar para el futuro una casa reparada que no reúne las condiciones mínimas de habitabilidad. 

El sentimentalismo, otro rasgo de la posmodernidad, no debería nublar nuestro raciocinio.

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