martes, 4 de julio de 2017

Manresa

Manresa es el prototipo de núcleo urbano medio de Cataluña. Una pequeña ciudad de provincias ensimismada en si misma, con apenas 75.000 habitantes.

Manresa es la capital de la comarca del Bages, una zona con una presencia relevante carlista durante el siglo XIX y hoy en día nacionalista. Tiene por tanto una larga tradición de formas de vida apegadas a la costumbre, de usos tradicionales que desdeñan todo lo foráneo, mientras desde sus calles se contempla la omnipresente montaña de Montserrat.

De hecho apenas cuenta con hoteles, lo que hace difícil la presencia de turistas, que puedan perturbar su ansiada calma en la que el tiempo parece haberse detenido. Esa es la impresión que uno tiene cuando recorre sus calles. 

Su barrio medieval, el origen del núcleo urbano, tiene callejuelas de interés, pero aún más lo muestra el ensanche burgués, lo que demuestra que el dominio carlista tan poco fue tan exclusivo. Pasear por ese barrio liberal es todo un placer, como hicimos mi esposa y yo, admirando los edificios modernistas, como el del casino. O uno más neoclásico, antiguo teatro, donde hoy existe un espacio gastronómico, donde uno puede degustar los productos de la zona con una elaborada preparación.

Hablamos con aquellos hosteleros, en los que adivinamos una tristeza inagotable por vivir en un lugar tan cerrado al mundo. Lo que ganarían ellos y lo que disfrutarían tantos, que como nosotros, acudimos a Manresa. Tan solo pudimos expresar nuestra esperanza de que algún día caigan las fronteras mentales antes de que desgraciadamente antecedan a las políticas.

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